Me pregunta Aurelio, viejo conocido de los estudiantes del Seminario de Gestión Estratégica (SGE), que aclare un poco lo de "ambigüos resultados" de la entrada anterior: Sí hay mayoría -de votantes y de escaños parlamentarios- partidaria de la consulta popular, referéndum, para decidir una hipotética separación de España; pero el voto quedó fragmentado entre el partido hegemónico en Cataluña, CiU, y ERC, Esquerra Republicana de Catalunya, sorprendente segundo lugar en el resultado electoral, más de izquierdas (esquerra significa izquierda en catalán), más radical en sus planteamientos (republicano como rezan sus siglas), y con el cual no será fácil llegar a acuerdos para el gobierno estable de Cataluña. ERC exigirá cambios en la política económica, que tanto en Cataluña como en España, está caracterizada por los drásticos recortes del gasto público, la austeridad como medicina que puede matar al paciente, al deprimir aún más el consumo y la inversión.
Por otra parte, los dos partidos más de derechas y opuestos a la consulta de autodeterminación, Partido Popular (PP) y Ciutadans (Ctds) muestran aumentos de votos y escaños, indicador de un aumento de las distancias entre votantes soberanistas y votantes españolistas.
Entre medio queda el otrora poderoso PSC, Partit dels Socialistes de Catalunya, al que se le podría aplicar aquel concepto porteriano -del SGE- de que ha quedado atrapado en la mitad: No ofrece nada distintivo o diferenciador, ni en su propuesta de organización territorial ni de política económica. Pasa a ser la tercera fuerza, habiendo perdido 8 de los 28 diputados con que contaba; previsiblemente, parte de sus antiguos votantes habrán votado al bloque españolista (PP-Ctds.), otra parte a ERC.
Un mapa electoral variado como lo es Cataluña, y que exige a los políticos algo de lo que carecen: Capacidad para actuar con la vista puesta en el largo plazo, aparcando ambiciones de corto plazo, con una visión estratégica de lo más conveniente par el país y no para sus réditos electorales.
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