lunes, 21 de febrero de 2011

LA PRIMERA REVOLUCIÓN DEL SIGLO XXI...

Qué extraordinario, qué imprevisto -e imprevisible- lo que está sucediendo en varias naciones árabes, arrancando en la pequeña y aparentemente -no generadora de noticias internacionales, destino turístico, pequeña geográfica y demográficamente- apacible Túnez.

A partir de específicos detonantes -en particular, en Túnez, un caso de represión-humillación que acaba con el suicidio de la víctima del atropello-, que desatan un alud de comunicaciones a través de las redes sociales y la telefonía celular, miles de ciudadanos deciden superar el miedo, decir "¡basta ya!" y desencadenar un movimiento que no cabe calificar más que de auténtica revolución. Nada volverá a ser igual, ni en las naciones ahora en efervescencia ni en otras dictaduras imperantes en el globo, que tendrán que aplicarse aquello de "cuando las barbas del vecino veas quemar..."

El miedo, quizás la mayor debilidad de la perecedera naturaleza humana, nuestro aparato represivo interno que, a veces con sutileza (sé prudente, no te metas...piénsalo mejor, tienes mucho que perder), otras más descarnadamente (no quiero sufrir, no quiero morir...), nos va conduciendo a transitar la vida en una forma supuestamente segura, tejida de rutinas y pequeñas gratificaciones individuales; pero en realidad desconectada de un proyecto colectivo, solidario, que es lo que da auténtico sentido a nuestro paso por este planeta o, por decirlo en términos espiritualistas, da sentido a la presente encarnación...

Superado el miedo, pues, asistimos a ese admirable movimiento que está derribando regímenes oprobiosos, sin líderes excepcionales ni vanguardias revolucionarias, sin iluminados que se creen portadores de la única verdad -además- divina...No, es gente común dispuesta a hacer cosas poco comunes, de la mano con otros seres humanos, armados a lo sumo con conexiones de internet y celulares, espoleados por las imágenes satelitales que la controvertida globalización hace factibles (muchas gracias Al-Jazeera)...Seres humanos deseosos -aquí, en África, en Asia, en cualquier parte del mundo- de sentirse respetados, con oportunidades para salir adelante con sus familias y progresar, en definitiva, de poder vivir dignamente.

La palabra "imposible" ha perdido terreno y credibilidad, en beneficio de esas fórmulas necesarias y esperanzadas ante los grandes retos de nuestro siglo: Sí, se puede; sí, es posible; otro mundo, otra globalización son posibles...

Por último, no se nos olvide, una cosa es derribar, otra construir... Se está logrando lo primero, no será nada fácil lo segundo, será una transición en absoluto exenta de tensiones, limitaciones, frustraciones. Nuestros mejores deseos para estos hermanos árabes, que sigan dando una lección al mundo, que la unidad de propósito les permita forjar una sociedad mejor.

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