Sí, sin exageraciones, día revolucionario por la decisión del Parlamento catalán de proclamar la DUI y convertir Cataluña en República. Como en toda revolución se ha transgredido la legalidad vigente para promulgar una nueva que, muy probablemente, de ninguna otra manera pudiera haberse instaurado. Ello conlleva riesgos nada desdeñables para los autores y, sobre todo, el enorme riesgo de violencia, hasta ahora evitado. Pueden pasar cosas muy graves que, entiendo, el gobierno de Rajoy quiere delimitar, en lo posible, fijando desde hoy mismo la fecha del acto supremo de la democracia: votar, el 21 de diciembre.
Dos fuertes inquietudes me asaltan de entrada respecto a este llamado a las urnas: Una, que los partidos que hoy han aprobado la DUI no se presenten a los comicios por ser impuestos por Madrid en aplicación del artículo 155 que interviene las instituciones de autogobierno, inhabilitados -y ya no digamos si están en prisión- los dirigentes que van a ser destituidos en las próximas horas. Dos, que se les ocurra a los gobernantes interinos del muy minoritario Partido Popular en Cataluña, que van a tomar posesión de sus cargos la próxima semana, prohibir los partidos independentistas.
En ambos casos, que no se presenten o que no les dejen presentarse, el resultado de las elecciones quedará viciado, deslegitimado, no menos que el polémico referéndum del 1 de octubre pasado...Y avanzo más, si, apelando a la prudencia, no sucede ni lo uno ni lo otro...mi previsión, hoy por hoy, es que el resultado será muy estrecho y desdichadamente reflejará una fragmentación más acusada de la sociedad catalana.