En la cafetería preferida (y única de encuentro):
Ella: - Cómo lo siento que el viernes no nos pudiéramos ver, pero ya había organizado esa cenita...
Él: - No te preocupés, para nada. Normalmente ya sé que me dirás que no puedes, entonces en una propuesta improvisada sabía que mis posibilidades no superaban el uno por ciento...
- Ojalá la próxima vez sí podamos los dos...
- Vamos a ver: Mi razón tiene las cosas muy claras. Para vos es suficiente vernos aquí cuando de tanto en tanto coincidimos y conversamos, diez quince minutos. Pero es mi corazón el terco, como buen Tauro, que insiste, "llámala, envíale un whatsapp...". Le ha dado duro al pobre, trato de convencerlo; pero ni modo, vamos a ver cuándo desiste definitivamente, yo creo que la gaveta de noes está repleta...
Silencio, ella dibuja una medio sonrisa nerviosa, levanta las cejas, suspira levemente, siente que algo ha de decir...
- Está siendo una temporada difícil, con mucho trabajo y pocos resultados; algún proyecto nuevo no acaba de arrancar y exige tiempo...
- Descuida, como te digo lo tengo claro y los sentimientos no se pueden forzar, son los que son. Sólo cabe respetarlos. El irrespeto es el que lleva a no poder sostener ni un mínimo, digámosle, de amistad...
- Qué dicha que lo asumás así, lo valoro mucho...Bueno, he de marchar, me esperan para una cita en la oficina a las tres...Ciao.
- Ciao.
Y él se queda pensando: Qué buen trabajo hiciste de seducción y abandono. No os falta razón -o razones- a muchas mujeres para que actuéis así, a lo Don Juan, pero en femenino. Me intriga, ¿lo hacéis por temor o por despecho? Supongo que, como tantas veces en la vida, las cosas no son en blanco y negro, sino una combinación de ambos...
Se levanta y va para la caja, cavila por enésima vez: He de dejar de venir aquí...pero es todo tan rico...y las chicas me atienden no sólo bien, sino con genuino afecto...y no están los tiempos para ir botándolo...