Se trata de una trilogía, escrita y dirigida por David Hare, con el agente del servicio británico de inteligencia MI5 Johnny Worricker como protagonista, casi casi un anti-Bond. Ningún disparo, ningún alarde tecnológico, ninguna conquista despampanante. Las películas, hechas para la televisión con el seguro de calidad de que en la producción participa la BBC, son: Page Eight (2011), Turks & Caicos (2014) y Salting the Battlefield (2014).
British style, contrasta con la típica película hollywoodense, la saga Bourne por ejemplo, de indiscutibles cualidades; pero con cierta sobredosis de acción y de énfasis en las hazañas individuales. En esta saga lo que predomina es la inteligencia, la observación, la astucia, la intuición. Worricker no es ningún portento físico, no es un galán; sí un tipo aparentemente corriente, culto, inteligente, muy contenido en sus emociones.
Actuaciones tan apropiadas como sobrias, ritmo adecuado, ni vertiginoso ni moroso. Que el espectador pueda pensar en lo que está viendo, sin tampoco llegar a aburrirse.
¿Alguna moraleja? bueno, en el mundo del espionaje todo puede suceder, el mundo normal ya está lleno de simulacros y falsas apariencias, en la trastienda del poder los intereses que se barajan multiplican exponencialmente los juegos de máscaras. Si empleamos el símil de la partida de ajedrez, la serie de Worricker advierte que el jaque mate puede venir no de las piezas que mueve tu rival, sino de tu propio lado del tablero...