sábado, 25 de junio de 2016

LA DEMOCRACIA DEBILITADA (III): LAS CAMPAÑAS ELECTORALES.

Abro con un corrosivo artículo de Antonio Valdecantos (El País, 27-5-16): Las campañas políticas habrá que ubicarlas en el "ámbito de las artes escénicas". No llega a citar explícitamente a los nuevos partidos, sino que habla de lo que éstos reclaman: Una "nueva política", pero el riesgo es que envejezca precozmente, continúa Valdecantos, dado que lo único que parece nuevo tiene que ver con el espectáculo, con la escenificación, la teatralidad en maneras, gestos e incluso indumentarias.

Ahonda en ello Suso de Toro (eldiario.es, 15-6-16) que confiesa su confusión y perplejidad ante las ofertas electorales: En la derecha abomina de su corrupción, de su "españolismo tan exaltado como acomplejado e ignorante". La izquierda tradicional, el PSOE, se ha ido quedando sin espacio con su devaluada socialdemocracia, "se acabó el tiempo de repartir lo que sobraba al gran capital". Y ahí llega Podemos, que logra "instituirse como la expresión del descontento con la política y en ser altavoz de las demandas sociales". Sin embargo, en su quehacer predomina la escenificación, la gestualidad; poca "cultura crítica" y mucha "cultura de la seducción", la que personifica Pablo Iglesias, "construido como una estrella pop que busca establecer una relación de fascinación son sus seguidores, consiguiendo transformarlos en fans". Finaliza lamentando  con preocupación "la desaparición de argumentos democráticos sólidos y el avance de posiciones que me crean gran desconfianza".

Víctor Lapuente -siempre en la prensa de Madrid, ya comentada en el post anterior, de un nivel comparable con su homóloga europea, pero decepcionante en su abordaje de Cataluña- en El País (19-6-16), aporta otro sugestivo enfoque: "La campaña electoral es una fiesta narcisista", y no se refiere a los candidatos, sino a los votantes. Los políticos buscan el voto piropeando, ensalzando al elector, "pedid y os será concedido (...) Merecéis que alguien compense vuestros esfuerzos". Prosigue: "Los candidatos que más estimulan nuestro ego son los más exitosos". La fórmula para conseguirlo tiene dos componentes, uno, "empoderarnos, elevarnos a la categoría de decisores políticos". Acabamos de vivirlo, un asunto tan decisivo como la pertenecia a la Unión Europea, someterlo a votación, como si fuera "Eurovisión o un concurso de belleza".

Segundo, prometer "políticas customizadas", esto es, a la medida de cada nicho de votantes. Promesas más parceladas, todas incorporadas a los programas. Como siempre, otra historia será dotar de recursos a todas esas demandas, cómo suplir los déficits resultantes de tantas rebajas, desgravaciones y beneficios múltiples.
Promesas incumplidas, mayor decepción con los políticos. Campo abonado para el mago -Trump por ejemplo- que tiene auténticas y sencillísimas soluciones...

viernes, 24 de junio de 2016

LA DEMOCRACIA DEBILITADA (II): EL CASO DE ESPAÑA.

En el caso de España, Pedro J. Ramírez en su nueva publicación digital El Español (29-5-16) retrata con su habitual maestría la actual crisis política en España:"...unas reglas de juego que permiten a los gobernantes invertir los términos de la democracia de equilibrios y contrapesos y controlar a  aquellos órganos destinados a controlarles (...). Si a esta subordinación al Ejecutivo le añadimos una cultura sectaria del ejercicio del poder, unos hábitos parlamentarios basados en la disciplina de voto y la ausencia  del menor atisbo de democracia interna en los partidos, habremos descrito con precisión el funcionamiento de la cupulocracia imperante".
Como remedio a esos males, acudimos a David Jiménez en EL Mundo (8-5-16) (como podrán observar cito a menudo a la prensa de Madrid, suele ser muy buena, excepto cuando hablan de Cataluña), que en un artículo, poco antes de dejar la dirección de ese diario, proponía la nadalización de  España: España dejaría atrás sus históricos tropiezos, déficits, rezagos, etc. si adoptara los valores que caracterizan al gran campeón Rafael Nadal: Esfuerzo, perseverancia, respeto al rival, discreción en el éxito y asunción de responsabilidades en la derrota.

jueves, 23 de junio de 2016

LA DEMOCRACIA DEBILITADA (I)

Con la segunda campaña política consecutiva en España al no haberse podido formar Gobierno con los resultados alcanzados el 20 de diciembre del año pasado, y que finaliza mañana, más el auge en los últimos meses de partidos extremistas en varios países de la Unión Europea y, tercero, con la irrupción de un personaje como Donald Trump para presidir la nación más poderosa del planeta, han arreciado los análisis de lo que está sucediendo en las democracias que están escorándose hacia escenarios inquietantes.

Yascha Mounk en Project Syndicate (10-6-16) plantea una bifurcación interesantísima: Los derechos sin democracia frente a la democracia sin derechos. Por un lado, muchas decisiones trascendentales para los países se toman con criterios rigurosamente técnicos, en negociaciones entre partidos o con instituciones internacionales, o, como en el caso de España en la última legislatura del Partido Popular, a punta de mayorías absolutas. La ciudadanía percibe un gran dominio de la tecnocracia y que ella no pinta nada. Se respetan sus derechos individuales, sí, pero sus preferencias políticas expresadas con su voto a unos partidos y a unos programas son pasadas por alto, omitidas.

Consecuencia de lo anterior, partidos o candidatos emergentes, en particular de extrema derecha y, desde luego, Trump, como candidato de un Partido Republicano cada vez más reaccionario, prometen devolver su protagonismo a ese pueblo airado e ignorado; sin embargo, sus propuestas están marcadas por la exclusión: de musulmanes, de mexicanos, de emigrantes en general, y por el abandono de instancias supranacionales como la Unión Europea, caso entre otros, de los partidos populistas de Gran Bretaña, Francia, Holanda y Austria. Asímismo, muestran agresividad contra los que opinan distinto, un tono descalificante con periodistas, intelectuales y rivales políticos. El ciudadano que se siente frustrado y abandonado, presta oídos a las soluciones pseudo-milagrosas de los supuestos líderes que resolverán con extrema sencillez los problemas que le acucian, cuando en realidad le serán recortados sus derechos en nombre de la seguridad, el orden y el fortalecimiento de la patria. En definitiva,cierra Mounk, se va conformando una "democracia intolerante".

Ian Buruma en El País (8-6-16) expone que entre "la falta de memoria o la ignorancia sobre el pasado" están volviendo unos discursos demagógicos "que hace apenas unas décadas habrían marginado a cualquier político que hiciera uso de ellos". Eso sí, advierte, no pueden desatenderse los problemas que señalan y que son correctamente diagnosticados, otra cosa son sus recetas.

DESBLOQUEANDO LA ESCRITURA: CINE Y ÉTICA.

Algo más de veinte días,  todo junio sin un escrito. Muchas ideas, sensaciones, impresiones; pero un bloqueo, una incapacidad para articularlas.Vamos a intentarlo con dos películas muy recomendables, ambas  plantean dilemas éticos cruciales, de visión obligada para la formación ética de los jóvenes (y en adelante). El contexto es bélico, pero a partir de las extremas situaciones de vida o muerte, de los míos y los otros, que muy hábilmente muestran ambas obras, las reflexiones que desencadenan son medulares.

Coexisten la guerra de siempre ("Krigen", Tobias Lindholm, Dinamarca, 2015), con soldados -que son vistos mayormente como invasores- patrullando aldeas en las que no se sabe qué es peor, si las condiciones de supervivencia  o las condiciones de represión medieval a que están sometidas por los insurgentes talibanes. Y, por otro lado ("Eye in the sky", Gavin Hood, Reino Unido, 2015), la guerra cibernética, la guerra con drones, tan excepcionalmente precisos como letales.

En ambos casos, hay víctimas inocentes, los llamados gélidamente, daños colaterales. En el caso del contingente danés, han de tratar de salvar su vida de la emboscada talibán, para lo cual  han de solicitar apoyo aéreo que impactará en plena aldea. En el caso del ataque con dron, la probable víctima colateral es sólo una, una niña de escasos diez años. La muerte de esa niña es prácticamente segura si se ataca la vivienda contigua en donde se prepara un atentado suicida. No atacar ese objetivo puede provocar la muerte de decenas de personas, si los terroristas salen con sus chalecos cargados de explosivos hacia sus objetivos civiles...