jueves, 23 de junio de 2016

LA DEMOCRACIA DEBILITADA (I)

Con la segunda campaña política consecutiva en España al no haberse podido formar Gobierno con los resultados alcanzados el 20 de diciembre del año pasado, y que finaliza mañana, más el auge en los últimos meses de partidos extremistas en varios países de la Unión Europea y, tercero, con la irrupción de un personaje como Donald Trump para presidir la nación más poderosa del planeta, han arreciado los análisis de lo que está sucediendo en las democracias que están escorándose hacia escenarios inquietantes.

Yascha Mounk en Project Syndicate (10-6-16) plantea una bifurcación interesantísima: Los derechos sin democracia frente a la democracia sin derechos. Por un lado, muchas decisiones trascendentales para los países se toman con criterios rigurosamente técnicos, en negociaciones entre partidos o con instituciones internacionales, o, como en el caso de España en la última legislatura del Partido Popular, a punta de mayorías absolutas. La ciudadanía percibe un gran dominio de la tecnocracia y que ella no pinta nada. Se respetan sus derechos individuales, sí, pero sus preferencias políticas expresadas con su voto a unos partidos y a unos programas son pasadas por alto, omitidas.

Consecuencia de lo anterior, partidos o candidatos emergentes, en particular de extrema derecha y, desde luego, Trump, como candidato de un Partido Republicano cada vez más reaccionario, prometen devolver su protagonismo a ese pueblo airado e ignorado; sin embargo, sus propuestas están marcadas por la exclusión: de musulmanes, de mexicanos, de emigrantes en general, y por el abandono de instancias supranacionales como la Unión Europea, caso entre otros, de los partidos populistas de Gran Bretaña, Francia, Holanda y Austria. Asímismo, muestran agresividad contra los que opinan distinto, un tono descalificante con periodistas, intelectuales y rivales políticos. El ciudadano que se siente frustrado y abandonado, presta oídos a las soluciones pseudo-milagrosas de los supuestos líderes que resolverán con extrema sencillez los problemas que le acucian, cuando en realidad le serán recortados sus derechos en nombre de la seguridad, el orden y el fortalecimiento de la patria. En definitiva,cierra Mounk, se va conformando una "democracia intolerante".

Ian Buruma en El País (8-6-16) expone que entre "la falta de memoria o la ignorancia sobre el pasado" están volviendo unos discursos demagógicos "que hace apenas unas décadas habrían marginado a cualquier político que hiciera uso de ellos". Eso sí, advierte, no pueden desatenderse los problemas que señalan y que son correctamente diagnosticados, otra cosa son sus recetas.

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