Acababa el comentario anterior sobre la serie aludiendo a los secretos. En más de una ocasión, alguno de los protagonistas lo dice: Todos tenemos algún secreto.
White se lo advierte a Jesse cuando está iniciando su relación con Andrea y éste duda acerca de qué tanto contarle: "Los secretos crean barreras a la comunicación". Consejo con un trasfondo de tremenda ambigüedad, como caracteriza la relación pseudo-paternal entre el maestro Walter y el discípulo Jesse. White lo aprecia y quiere lo mejor para su futuro, simultáneamente lo manipula para sus fines cuando y como quiere.
Walter va experimentando en su relación con Skyler y su hijo Walt Jr. esa barrera, que va haciéndose muralla. Cada vez más se va convirtiendo en un extraño para ellos. Vive en el presente un gran secreto, no es un episodio del pasado. Vive una auténtica doble vida que va desgastando la relación, para uno por la impostura, para los otros porque van intuyendo que algo no cuadra...
La vida del secreto puede ser precaria. Puede, si finaliza el objeto del secreto, quedar largo tiempo o indefinidamente oculto. La perduración del motivo del secreto va aumentando la probabilidad de que, una de dos, o sea descubierto o sea insoportable mantenerlo. En ambos casos, suele ser explosivo el resultado. La impostura, el engaño, el fraude moral ha sido gigantesco. La verdad es insufrible. Skyler y su hijo no quieren nada, absolutamente nada, de Walter. Lo ven -ya sin el velo del secreto- como lo que se ha convertido, un monstruo, quién sabe capaz de qué.
En su despedida de Skyler, que Walt ha planeado estratégicamente -como tantas otras de sus decisiones metido en el negocio de la metanfetamina-, admite finalmente que lo que le acabó despeñando (pues tuvo oportunidad de retirarse a tiempo) fue su egoísmo; no le repite a Skyler, por enésima vez, que todo lo hizo pensando en el bienestar de la familia.
Sí, ésta es una gran coartada moral; pero el motor -en mi opinión final- de su irrefrenable marcha hacia el infierno (terrenal y espiritual) es, como le sucede a tantos hombres de indiscutible inteligencia y sagacidad, de índole emocional: Querer ser admirado o temido -rectifico- ambas a la vez; ser un triunfador, con poder sobre personas y cosas. Mirarse al espejo y no sentirse un perdedor...Pero White acaba -creo yo- sin poder verse al espejo ni para afeitarse el cabello. No debe querer confirmar que tiene, ante sí, a alguien que decidió -en sus palabras- "no quedarse de brazos cruzados esperando el infierno".