lunes, 24 de junio de 2019

DE LA FILOSOFÍA A "BIG LITTLE LIES"...

Leo un artículo bello y erudito del filósofo Gabriel Albiac, en ABC ("Conversación en Tel-Aviv", 23-6-19), prensa de Madrid que, he de repetirlo para los que se acercan por primera vez al blog, cuenta con colaboradores que es realmente sugestivo leer...hasta que hablan de Cataluña y, casi sin excepción, lo hacen con miopía y soberbia... por eso pueden escribir en esas cabeceras de la capital, a cual más derechista y nacionalista (española, único nacionalismo permitido): ABC, La Razón y El Mundo.

En este caso no hay mención a la situación catalana, y puedo acabar de leer el artículo, tan sensible y atinado, sin necesidad de respirar hondo para lograr terminarlo. Al contrario, nos explica que, por fin, recordó completa una cita del filósofo Schelling, de 1.825, profunda y lúcida. Al inicio de su escrito la cita es parcial: "...es duro alejarse de la última orilla...".

Y ahí emergió, de nuevo, como me ha sucedido repetidamente desde ayer al acabar de verla, "Big little lies". Recién ha iniciado la segunda temporada, y por este motivo se han hecho comentarios muy elogiosos de la primera, que me pasó desapercibida...decidí adquirirla en mi habitual y eficiente proveedor de dvd's (no me he incorporado aún a la galaxia Netflix)...

Al leer esa referencia a "la última orilla", me he puesto a pensar: Hay repetidas y espléndidas vistas -desde el arranque de los créditos con esa canción sublime de Michael Kiwanuka (Cold little heart)- de la península de Monterey, California, en donde sucede la trama. Pero me doy cuenta de que, prácticamente en toda la serie nadie aparece bañándose en ese fastuoso Océano Pacífico (que tanto amo en su trocito costarricense)...hasta el puro final...después de que ha visitado esa comunidad -Monterey- recargada de tensiones, en medio de una más que apacible comodidad material, una visitante que más de uno y de una estaban convocando: La muerte.

La dimensión de esa tragedia final libera, todos parecen tomar conciencia de lo sucedido, más bien, de cómo pudo llegar ese desenlace sangriento. Por fin nadie se aleja, en este caso, de la última orilla, la cruzan de la mano de los niños, logran disfrutar de lo mejor que tienen a la par, ese océano ilimitado, símbolo de liberación...

Ahí va ese inicio tan inspirado e inspirador...




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