La globalización, me gusta decir en clase, nos permite saber qué pasa en Zarcero y, simultáneamente, qué sucede -por decir algo- en una aldea tailandesa. Por ello, no es de extrañar que el auge del independentismo en Cataluña es ya apreciablemente conocido en Costa Rica, por la gran manifestación del 11 de setiembre pasado y, más aún diría, por el clásico Barça-Madrid de inicios de este mes.
Así pues, está sucediendo que me preguntan por el fenómeno y, en particular, por mi pensamiento al respecto...Y son varias veces ya que experimento una sensación de salida del armario, de poder expresarme con mayor franqueza, sin sensación de autocensura, sobre mi sentimiento catalanista y, paralelamente, de mi indiferencia emocional por España. Recuerdo la cara de José Francisco, un estudiante, gran aficionado del Real Madrid y de "La Roja", entre asombrado y decepcionado, al decirle que el campeonato mundial de España me tuvo -y me tiene- sin cuidado. Añado más, tuve que hacer un verdadero esfuerzo para agradecer tantas muestras de felicitación por aquel triunfo y, claro está, no ser descortés.
No pocas veces, rememoro, me he sentido que tenía que recluirme en el armario y poner cara alegre porque en una fiesta ponían música flamenca, algún pasodoble y -¡qué les cuento¡- el
"¡Y viva España¡"...
"¡Y viva España¡"...
Quede como quede este enorme desafío político -por el que me siento afectivamente cercano y racionalmente distante-, sé que me sentiré más libre para expresar mi sentimiento nacional...
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