Después de los atentados en las Torres Gemelas, en 2001, todos nos convertimos en sospechosos, señaladamente en los aeropuertos, en donde recibimos un trato poco digno, y nos someten a unas limitaciones entre absurdas y arbitrarias.
Ahora con las medidas relacionadas con la pandemia, "se normalizan procedimientos dictatoriales en nombre de la protección de la salud colectiva", palabras de Suzette Sandy en Le Temps (31-12-20) en su artículo "Dictadure Sanitaire", y que comparto, en particular, para el caso de Costa Rica, en lo referente a restricciones vehiculares y a bastantes de las comerciales. Providencialmente, no nos pueden confinar pues constitucionalmente Costa Rica es un país sin fuerzas armadas (gracias eternas Don Pepe Figueres Ferrer), y no es posible el toque de queda o alguna aberración similar.
Quiero concluir este comentario con una interrogante -para reflexión de Año Nuevo- y con el que la autora cierra su artículo: ¿Todas esas limitaciones son justificables por la convicción de algunos científicos de que la muerte no es más que un fracaso?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario