Así es el arte, así son algunas películas, auténtico séptimo arte. "Phoenix" (Christian Petzold, Alemania, 2014), austera, contenida, con una justa cadencia, contiene una carga emotiva que, al finalizar la película, sientes que te invade el desasosiego...Inevitable, también es cierto, en esas historias de víctimas del nazismo, de supervivientes de los campos de concentración; pero la maestría está en no caer en los tópicos, en imágenes recontragastadas de demoníacos SS y depauperados cautivos.
La historia de Nelly ya no se podrá borrar del algún rincón de la memoria. Ahí queda una huella, a partir de imágenes de su presente y de alguna narración de su pasado. Con eso bastará para, una vez más, reflexionar sobre la mayor atrocidad que un colectivo humano (supuestamente) haya podido inflingir a otro. Cómo pudo perpetrarse esa tragedia que siempre deja insuficiente el diccionario. La traición de Johnny a su esposa judía Nelly es un buen comienzo de respuesta.
¿Cuántas traiciones hubo, cuánto pudo el miedo alimentar la máquina de matar nazi; por activa, la delación o, por pasiva, la indiferencia? Más allá del contexto histórico de la película, la honda reflexión que te provoca -y que sólo encontrarte en la circunstancia concreta dará la respuesta- es: ¿En qué tanta indignidad serías capaz de incurrir para salvar tu pellejo?...
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