sábado, 4 de julio de 2015

DEL RELATO SALVAJE (y no rompen) AL RELATO ROMÁNTICO (y sí rompen)...

Con un día de diferencia veo "Relatos salvajes" (D. Szifrón. Argentina. 2014) y "Kon-tiki" (J. Ronning, E. Sandberg. Noruega. 2012). La primera seguramente mucho más conocida por los lectores. "Kon-tiki" en las antípodas, trata de una expedición del Perú a la Polinesia, realizada en 1.947, que pretendía reproducir -y así probar-que hace más de mil años, indígenas peruanos atravesaron el Pacífico en una balsa de madera, simplemente empujados por los permanentes vientos y corrientes hacia el Este que se dan en ese recorrido.

Por otra parte, el último relato salvaje trata de una boda que se convierte en un caos de manicomio (con perdón de los ahí residentes), al darse cuenta la novia que está en el banquete una amante del novio, compañera de trabajo. Tras un ataque de histeria desatada que incluye la anuencia a que un cocinero se la coja -aquí aplica estrictamente ese verbo, nada de nada de hacer el amor-, la novia finalmente, pocos minutos después del affaire, se reconcilia con el novio y proceden -démosles el beneficio de la duda- a hacer el amor en una de las mesas del banquete.

Bueno, ¿y a qué viene relacionar ambas películas? En el relato hay mucha neurosis y sociopatía, que no augura nada bueno para la pareja, y muchísimo menos para los descendientes que puedan venir. A efectos de mercadeo cinematográfico, sí, es un guión suculento -y truculento- hecho espectáculo rentable. En "Kon-tiki", en la escena final, Thorstein, jefe de la expedición, abre una carta que su esposa le escribió para que, si sobrevivía a la muy riesgosa travesía, la leyera a su llegada a destino (la Polinesia). En ella, en forma nada crispada ni resentida (me cuesta no caer en el tópico, ¿escandinava?), le comunica su separación pues entiende que para Thor, el viaje a lo desconocido (también carne de diván) es su máximo deseo, y que a esta aventura seguirán otras. Y termina la carta con una insólita declaración de amor, cargada de romanticismo y, a la vez, da en la médula de tantas relaciones amorosas que se truncan (no de manera salvaje): "Lo que más me hace amarte es lo que se ha convertido en la razón para separarnos"...

Les deseo mucha suerte en el amor y que, pase lo que pase, ojalá no engrosen los relatos salvajes...

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