No suelen ir de la mano esas dos posiciones ideológicas: Paulina es antisistema, renuncia a una previsible exitosa carrera judicial apalancada por un padre juez. Antes de impartir justicia -en un futuro que se adivina lejano- quiere conocer más de cerca la injusticia, empezando de raíz: Maestra rural en una zona deprimida.
Es violada a las pocas semanas. Pero no quiere renunciar a su proyecto -seguir con sus clases como base para el trabajo con la comunidad- ni tampoco al fruto de la violación. Una frase me retumba de una de sus discusiones -diálogos sin desperdicio- con su padre: "¿De qué me sirve ser víctima?". Punto de arranque para riquísimos foros sobre qué compromiso adoptar frente a la injusticia y, a la vez, documento artístico de primer nivel para el interminable y en extremo controversial debate sobre el aborto.
"La Patota" (Santiago Mitre, Argentina, 2015). Cine pulcro en forma y fondo, cine latinoamericano para cualquier audiencia de nuestro mundo global.
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