El pasado 30-8-2016, la Comisaria para la Competencia de la Unión Europea (UE) comunicaba la sanción de 13.000 millones de euros a Apple por violación de las reglas de la competencia al recibir subvenciones fiscales a la medida, esto es, discriminatorias hacia otros competidores. No sólo el régimen fiscal para sociedades es muy beneficioso en Irlanda, 12'5% sobre utilidades, sino que además el gobierno irlandés le otorgó otras exenciones, al dar visto bueno a su ingenieril estructura societaria.
El Estado irlandés, como cualquiera otro de la UE, es soberano para fijar su régimen tributario -está muy lejos la unión fiscal dentro de la UE- pero el gobierno comunitario, la Comisión Europea (CE), puede intervenir si estima que dicho régimen atenta contra la libre competencia, mantra entre mantras del sistema capitalista, supuestamente, de libre mercado.
La polémica quedó servida. Por una parte, los neoliberales -esta vez, nacionalistas- protestando por la injerencia de la CE en la soberanía fiscal; por otra, los europeístas -creo y temo en descenso- propugnando una mayor homogeneidad fiscal y, así, evitar una carrera de exenciones tributarias, a ver quién regala más para captar las jugosas inversiones de las grandes transnacionales.
Algo realmente anómalo hay en la lógica que sostiene este sistema, tan extraordinario para incentivar la innovación (es imposible que en un sistema comunista se invente un teléfono inteligente) como para generar inequidades. Apple, algo más de 50.000 millones de dólares en beneficios el año pasado; valor en Bolsa de 231.000 millones de dólares -deuda pública de Irlanda, 232.000 millones de dólares(*)-. Háganle un traje a la medida para que, pobrecita, invada Europa sin tener que pagar tantos impuestos.
Aiden O'Brien, en una colaboración para Sinpermiso (11-9-16), escribía que en la parte de atrás de los IPhone, además de "ensamblado en China" y "diseñado en California", deberían añadir "impuestos evadidos en Irlanda"...
(*) Cifras de este artículo de O'Brien en sinpermiso.info
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