En momentos en que en Costa Rica asoman indicios de corrupción en el Poder Judicial, con el Fiscal General suspendido y otro magistrado cazado en una vergonzosa maraña de mentiras, sin olvidar algunos fallos judiciales alarmantemente beneficiosos para indiciados por narcotráfico, una reciente resolución de la Sala Constitucional robustece el pilar fundamental de toda democracia, la libertad de expresión.
Lo comenta Eduardo Ulibarri en su columna de La Nación (27-10-2017), en la que recoge un par de destacados párrafos del citado dictamen: Uno, "Aun cuando la posición de una persona parezca incorrecta, insostenible y hasta retrógada, el esquema democrático le permite expresarla". Dos, "El derecho se encuentra del lado de aquellos que respetan la opinión de terceros, no de aquellos que buscan acallar a otros mediante violencia o amedrentamientos".
Coincido con D. Eduardo en que es preocupante que eso se lo haya tenido que recordar la Sala Cuarta a todo un rector de una universidad pública que argumentó, para prohibir la presentación de un libro en sus instalaciones, que el contenido del libro (copio de la columna) "contradice la política antidiscriminatoria de la universidad (...) y que grupos externos habían amenazado con violencia".
Es el oxígeno de la democracia, el último bastión para su defensa. Reconfortante en medio de una atmósfera espesa y malolienta...
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