Sucedió anoche. Con la noche, con su quietud, con el balance inconsciente (no cuenta tanto el consciente) de la jornada o del fin de semana, la sensibilidad se agudiza, sea para la ilusión sea para la aparición de fantasmas; para imaginar el paraíso, para vislumbrar el apocalipsis (juro que sin ninguna sustancia adictiva ingerida, ni legal ni ilegal).
En este caso, lo que desató una reflexión profunda y un tanto desgarrada fue leer la frase "nuestros amos tecnológicos"**... Tanta información que tienen los gigantes tecnológicos: de nuestros contactos ("amigos" con gran entrecomillado), Facebook; nuestras búsquedas de información para cualquier fin, Google; nuestros entretenimientos, YouTube; nuestras opiniones, Twiter...
La información es poder, la concentración de ella concentra poder. La concentración de poder carcome la democracia. Una democracia debilitada abona el terreno a alguna forma perversa de administración del poder en la sociedad. La perversión es la normalización del abuso, ver con naturalidad -banalizar- las insoportables lacras de nuestras sociedades tan desiguales, tan fragmentadas y fracturadas.
¿Es la tecnología parte del problema?, sí, sin duda; ¿es parte de la solución?, también. ¿Concientiza?, sí; ¿aliena?, también. ¿Somos sus amos?, sí; ¿sus siervos?, también...
** Rafia Zakaria en "Los mariscales de Silicon Valley", publicado en CTXT, 15-11-17. Original en The Baffler.
** Rafia Zakaria en "Los mariscales de Silicon Valley", publicado en CTXT, 15-11-17. Original en The Baffler.
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