domingo, 1 de julio de 2018

"DARK RIVER"...NO ES EL RÍO...

No, no es el río el que surca sucio en esa comarca ganadera de la Gran Bretaña donde sucede "Dark River" (Clío Barnard, R.U. 2017). Es la imborrable suciedad del abuso sexual, en su más traumática faceta, el cometido por el padre. Alice, en una interpretación subyugante de Ruth Wilson, es una mujer indeleblemente marcada por esa aberración. Los días, dedicados a las granjas de ovejas en las que va trabajando; las noches, perturbadas por el perenne y tortuoso recuerdo de la irrupción del padre en su habitación. No hay ninguna posibilidad de felicidad. La muerte del padre, el regreso a la granja familiar, el reencuentro con el hermano, con el novio de la adolescencia, todas estampas irremediablemente teñidas de dolor. Quizás es en la cascada (una poza diríamos en Costa Rica) del río -no está sucio, al menos en ese apacible recodo- en donde, sumergida, Alice encuentra una modalidad de oasis...

No sabemos nada de la madre y la hermana, citadas fugazmente en un momento. El hermano, Joe, sí, fue testigo mudo y pasivo del horror. Trata de articular algo que atenúe su omisión: Se sentía confundido, dice, pues la había visto a ella acudir a la habitación del padre...Con dificultad contengo las lágrimas. Alice le responde: A veces se me hacía tan insoportable esperar el momento en que iba a aparecer, que yo me le adelantaba...

Cierro los ojos y me cruzo con los de Alice...Tiene razón Moira McDonald, una de las críticas que cita mi infaltable filmaffinity.com: "Es una historia oscura que te costará olvidar"...

No hay comentarios:

Publicar un comentario