Se ha dicho reiteradamente que no es posible si ha mediado un affaire, un romance o, más explícitamente, una relación sexual. En mi limitada experiencia, lo confirmo, no sin pesar porque, en un plano intelectual, rechazo que no sea viable; pero en los vericuetos sentimentales, en el laberinto del corazón, efectivamente, algo queda cortocircuitado.
Escribo al respecto porque, con muy pocos días de diferencia, he encontrado sendas declaraciones de dos actrices de Hollywood -terreno más que abonado para todo tipo de lances- que se han referido al respecto: Sandra Bullock declara que se enamoró de su compañero de reparto Keanu Reeves en la filmación de "Speed", pero que "no haber tenido ningún affaire con él ha sido fundamental a la hora de cimentar una gran amistad". Kate Winslet, a los veinte años -Dios mío cómo pasa el tiempo- del estreno de "Titanic" manifiesta: "Creo que la razón de que nuestra relación -se refiere a Leonardo DiCaprio- funcione es porque nunca nos hemos visto inmersos en nada romántico"...
Otra vía que desemboca en la no-amistad, redondeando la reflexión, sucede cuando, antes de forjarse un vínculo amistoso, una de las partes se enamora, como se dice en inglés, "cae" en el amor y, al no sentirse correspondido-a, decide -más o menos airadamente- alejarse y no dar espacio a una relación que, desde el arranque prácticamente, siente no suficientemente recompensada...
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