O la mentira activa, dicha; y la pasiva, verdad no dicha que queda resguardada en uno mismo o entre los que la conocen, y acuerdan mantenerla así. No son excluyentes. Ese es el caso de la gran mentira de las cinco de Monterey, las protagonistas de "Big little lies" (HBO), a la que yo me sumaría pues acabaron con un monstruo. Sin embargo, a medida que las emociones se apaciguan, que el tiempo disipa el torbellino emocional, el sentido ético mínimamente estructurado empieza a golpear la conciencia: Una de las cinco lanzó al sujeto por las escaleras de la terraza en donde discutían, causándole la muerte instantánea. Todas, en segundos, acordaron hacerse cómplices: Había sido un aparatoso resbalón, un accidente en medio de la trifulca.
Madeline hace un par de reflexiones cuando ya la presión, en todas, se va haciendo insostenible: Una, "las mentiras tienen fecha de vencimiento"; dos, "nuestra amistad es esa mentira...". No que sea una mentira, sino que precisamente esa mentira convertida en profundo secreto las ha unido con singular intensidad. De no mediar ese pavoroso incidente podrían ser típicas amigas de tomar café, tragos alguna noche, confidenciar y vacilar sobre las parejas respectivas, contarse anécdotas de los niños, etc, etc.
Mentiras y secretos...qué dos sustantivos...me los repito y quedo meditabundo: ¿Qué carga llevamos? ¿Hasta qué punto somos conscientes de esos lastres? ¿Qué hubiera sucedido de no mediar equis mentira o no manifestar equis verdad? ¿Cómo están fundadas nuestras relaciones más cercanas? ¿Qué prueba de transparencia absoluta podrían resistir?...
Área de aprendizaje me digo, una más, en la que día a día podemos aprender: Del arte- del cine, de la literatura- de la realidad cotidiana, contada o vivida. ¿Qué lastre estamos dispuestos a soltar? ¿Cómo vamos a valorar el beneficio/pérdida de decidir ese paso que nos hará más humanos a un muy probable precio emocional, social, familiar?...En todo caso, nunca es tarde para empezar...
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