sábado, 23 de abril de 2016

¿LA GRAN APUESTA?...APUESTA A QUE EL SISTEMA PERDURARÁ...

Más allá de los momentos de confusión que el espectador pueda tener con "The Big Short" (Adam McKay, EE.UU. 2015), en los diálogos más de jerga sobre las transacciones financieras sucedidas antes del gran estallido de setiembre de 2008, la película presenta valiosas claves sobre cómo pudo ocurrir esa locura financiera acaecida la década anterior, y cuyas consecuencias dejarán huella por siempre. A vuela pluma:

- Las agencias calificadoras de riesgo de los valores financieros (Standard & Poor's es la citada explícitamente) no querían perder algunos de sus clientes más importantes: los grandes bancos emisores de los CDO's, reiteradamente citados en la película; por ello, no los calificaron nunca a la baja.

- Funcionarios de los entes fiscalizadores del sistema financiero fueron igualmente complacientes en sus supervisiones: Visualizaban su futuro con algún alto cargo en los bancos que supervisaban. Ser un funcionario riguroso suponía una incomodidad que cerraría las puertas a este selecto club de los bancos top de Wall Street.

- Ir contra corriente, esto es, contra la ola irrefrenable de euforia incontenida, te cuesta la reputación profesional y social, seas analista financiero o periodista (muy significativa la breve secuencia de la conversación con el periodista de The Wall Street Journal). Sólo es soportable para quien le importa un bledo lo que piensen los demás, en este caso, el excéntrico y autista Dr. Michael J. Burry. Cuando todos creen que han hallado la infalible manera de hacerse ricos sin crear nada, sólo manipulando papeles (bonos, CDO's, CDS's, etc.), decir -una vez más en la historia de la humanidad- que el rey está desnudo, te augura el más duro ostracismo y/o el diagnóstico de locura.

- Finalmente, nada esencial ha cambiado en el sistema, están dadas las condiciones para que se repita lo sucedido cuando la memoria del crack de 2008 se difumine lo suficiente. La letal combinación de codicia y cinismo de unos (los vendedores de humo) y lo mismo más estupidez de los otros (los compradores) pueden desencadenar la (pen)última gran crisis.

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