Casual o no, hoy en La Nación, p. 24A, la habitual columna de Jorge Vargas Cullell y, a la par, un artículo del economista y ex-directivo del Banco Central Alvaro Trejos sobre "Los ajustes necesarios al presupuesto nacional". Recién leídos me ha venido a la mente, una vez más entre cientos, una intuición que tuve hace ya treinta años al iniciar mi conocimiento -y experiencia directa- de Costa Rica: La insostenibilidad del modelo socialdemocrático -muy deseable y ejemplar, sobre el tapete- costarricense. Me impresionó su amplia red de instituciones públicas - de muy bien intencionada fundación-, y los regímenes de pensiones a la escandinava. No tener ejército ayuda muchísimo -pensaba, y sigo pensando, claro- pero no es una varita mágica.
Regreso al inicio: Jorge Vargas acaba su escrito sintetizando lo que se avecina:"...vienen años difíciles para nuestro país. Estaremos obligados a tomar decisiones que implicarán sacrificios, con momentos de gran tensión (...) En los próximos años necesitaremos un ejercicio de paciencia creativa y pluralista por parte de muchos, para no irnos con nuestros instintos, pues nuestra democracia sufrirá mucho si se imponen respuestas dogmáticas a nuestros problemas". Al lado, en la misma página, Alvaro Trejos presenta unas cifras que reflejan la insostenibilidad de las finanzas públicas del Estado costarricense. Problema número uno del país, pues sin su resolución, los demás sólo harán que agravarse. Para tal fin, harán falta dosis abundantes de la receta de Vargas Cullell...
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