lunes, 5 de enero de 2015

EMPLEO, EMPLEO, EMPLEO...

Esos son los regalos que les pido a los Reyes Magos, tradicional celebración en España, aún dichosamente muy arraigada, con el prolegómeno de las entrañables cabalgatas. Que Melchor, Gaspar y Baltasar traigan empleos, eslabón débil del sistema socio-económico que vivimos, disfrutamos y padecemos. Meteórico en generar innovaciones tecnológicas descomunales; cada vez más precario en crear empleos suficientes que compensen los puestos de trabajo desaparecidos con semejantes adelantos... El economista -y gurú- Nouriel Roubini dedica su primer artículo del año en Project Syndicate a este grave problema: "¿Dónde irán todos estos trabajadores?"

Millones de personas -sólo en España más de cuatro- quieren ganarse la vida decentemente con un empleo, ir progresando en lo económico y en lo personal con un trabajo mínimamente estable y razonablemente remunerado, que les permita proyectar su vida, solas o en familia. Y digo primero solas pues son cada vez más las que, ante la terrible falta de expectativas laborales, deciden no iniciar ningún proyecto familiar. Situación que podemos observar en numerosos jóvenes que rehuyen formar un hogar, por decirlo en una de sus tradicionales formas. Nada de matrimonio, nada de compromisos duraderos. Lo entiendo rebién...

Roubini, volviendo a su artículo, describe el fenómeno de la destrucción de empleo por la Tercera Revolución Industrial, ya descrito muchísimas veces, con los consiguientes problemas socio-económicos que ello implica, así como la inestabilidad política que conlleva. Como suele suceder, el apartado de soluciones es más breve y genérico: Las ciencias, en este caso, económicas cuentan con sobrados instrumentos de diagnóstico, otra cosa es ponerle el cascabel al gato, solucionar, rectifico modestamente, poner en vías de solución los problemas pormenorizadamente diagnosticados...

Como no podía faltar, menciona la educación, para que más trabajadores dispongan de "las habilidades que demanda la participación en el nuevo mundo de la economía digital". Nada nuevo. Sí arriesga más y se aleja de la ortodoxia capitalista -no faltarán ultraconservadores que lo harán sospechoso de comunismo- en la propuesta de que, como lo anterior "tal vez no sea suficiente (...) habrá que dar subsidios permanentes (subrayado mío) a los que vean sus puestos de trabajo eliminados por el software y las máquinas"...

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